lunes, 21 de agosto de 2017

carta de George Jackson desde la cárcel

Nosotros hemos sido colonizados por la economía blanca fascista. De ellos hemos obtenido esta extraña sub-cultura, y las actitudes que perpetúan nuestra condición. Las actitudes que nos hacen entregarnos a los cerdos del Klan. Y aún, en ciertas ocasiones, trabajamos como el revólver para ellos. Fue un negro el que mató a Fred Hampton; negros que trabajan para la CIA mataron a Malcolm X, los negros abundan en las plantillas de pago de muchas fuerzas policiales que el fascismo ha empleado para protegerse del pueblo. Estas actitudes sub-culturales fascistas son las que nos han enviado desde Europa, Asia (un cuarto de las muertes en Vietnam son negras), y aún en África (el Congo durante el atentado Simha para establecer un gobierno popular), a morir por nada. En los casos recientes de África y Asia, hemos permitido que el neoesclavista nos use para esclavizar al pueblo que amamos. Estamos tan confundidos, somos tan estúpidamente simples, que no sólo fallamos en distinguir el bien del mal, sino que también nos equivocamos al delimitar qué es bueno, y qué es malo para nosotros, con referencia a los aspectos personales que conciernen a la colonia negra y a su liberación. La ominosa agencia económica del gobierno, cuyo único propósito es esclavizarnos aún más, conocer nuestro número y espiarnos, la agencia negra que recibe subsidios del gobierno para inflarse entre nosotros y retardar la liberación, es aceptada, y aún invitada y bienvenida para algunos, mientras que el grupo Panteras Negra es soslayado y obligado a buscar protección en el pueblo. El Pantera Negra es nuestro hijo y hermano, el único que nunca tuvo miedo. No fue tan perezoso como los demás, ni tan estrecho y restringido en su visión de las cosas. Si permitimos que la maquinaria fascista destruya a estos hermanos, nuestro sueño de autodeterminación posible y de un verdadero control sobre los factores que influyen en nuestra supervivencia, va a morir junto con ellos, y las generaciones venideras nos maldecirán  y nos condenarán  por nuestra cobardía irresponsable. Yo tengo un joven y valeroso hermano al que amo más de lo que me amo a mí mismo, pero lo he entregado a la revolución. Acepto la posibilidad de su muerte eventual, como acepto la posibilidad de la mía. Un momento de debilidad, un resbalón, un error, y ya que somos los hombres que no pueden cometer ninguno, saldrá el disparo que no perdona. No quiero criar más esclavos negros. Contamos con un enemigo definido que nos acepta sólo sobre la base de una relación entre amo y esclavo. Cuando yo me rebelo, la esclavitud muere conmigo. Me rehuso a regresar a ella. En este rechazo está fundamentada mi vida.
Mamá negra, vas a tener que dejar de hacer cosas cobardes: "Sé un buen chico"; "Me vas a preocupar hasta la muerte, muchacho"; "No te fíes de esos negros"; "Deja de permitir que esos negros malos te guíen"; "Haz un dólar muchacho". Mamá negra, tu manera de ocuparte de la supervivencia de nuestros hijos está errada, si se trata de una supervivencia al precio de su condición de hombres.

El joven miembro del Partido Panteras Negra, nuestra vanguardia, debe ser abrazado, protegido, hay que permitirle que haga lo suyo. Debemos aprender de él para enseñarle; muy pronto él va a ser adulto, un hijo y un hermano del que podremos estar orgullosos. Si él cede, nosotros le daremos valor; cuando él dé un paso, nosotros daremos el paso con él; dialéctica, comunión en perfecta armonía, y no habrá nunca, jamás, otro caso como el de Fred Hampton.
GEORGE JACKSON

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