Nosotros hemos sido colonizados por la economía blanca fascista.
De ellos hemos obtenido esta extraña sub-cultura, y las actitudes que perpetúan
nuestra condición. Las actitudes que nos hacen entregarnos a los cerdos del
Klan. Y aún, en ciertas ocasiones, trabajamos como el revólver para ellos. Fue
un negro el que mató a Fred Hampton; negros que trabajan para la CIA mataron a
Malcolm X, los negros abundan en las plantillas de pago de muchas fuerzas
policiales que el fascismo ha empleado para protegerse del pueblo. Estas
actitudes sub-culturales fascistas son las que nos han enviado desde Europa,
Asia (un cuarto de las muertes en Vietnam son negras), y aún en África (el
Congo durante el atentado Simha para establecer un gobierno popular), a morir
por nada. En los casos recientes de África y Asia, hemos permitido que el
neoesclavista nos use para esclavizar al pueblo que amamos. Estamos tan
confundidos, somos tan estúpidamente simples, que no sólo fallamos en
distinguir el bien del mal, sino que también nos equivocamos al delimitar qué
es bueno, y qué es malo para nosotros, con referencia a los aspectos personales
que conciernen a la colonia negra y a su liberación. La ominosa agencia
económica del gobierno, cuyo único propósito es esclavizarnos aún más, conocer
nuestro número y espiarnos, la agencia negra que recibe subsidios del gobierno
para inflarse entre nosotros y retardar la liberación, es aceptada, y aún
invitada y bienvenida para algunos, mientras que el grupo Panteras Negra es soslayado y obligado a buscar
protección en el pueblo. El Pantera
Negra es nuestro hijo y
hermano, el único que nunca tuvo miedo. No fue tan perezoso como los demás, ni
tan estrecho y restringido en su visión de las cosas. Si permitimos que la
maquinaria fascista destruya a estos hermanos, nuestro sueño de autodeterminación
posible y de un verdadero control sobre los factores que influyen en nuestra
supervivencia, va a morir junto con ellos, y las generaciones venideras nos
maldecirán y nos condenarán por nuestra cobardía irresponsable. Yo
tengo un joven y valeroso hermano al que amo más de lo que me amo a mí mismo,
pero lo he entregado a la revolución. Acepto la posibilidad de su muerte
eventual, como acepto la posibilidad de la mía. Un momento de debilidad, un
resbalón, un error, y ya que somos los hombres que no pueden cometer ninguno,
saldrá el disparo que no perdona. No quiero criar más esclavos negros. Contamos
con un enemigo definido que nos acepta sólo sobre la base de una relación entre
amo y esclavo. Cuando yo me rebelo, la esclavitud muere conmigo. Me rehuso a
regresar a ella. En este rechazo está fundamentada mi vida.
Mamá negra, vas a tener que dejar de hacer cosas cobardes:
"Sé un buen chico"; "Me vas a preocupar hasta la muerte,
muchacho"; "No te fíes de esos negros"; "Deja de permitir
que esos negros malos te guíen"; "Haz un dólar muchacho". Mamá
negra, tu manera de ocuparte de la supervivencia de nuestros hijos está errada,
si se trata de una supervivencia al precio de su condición de hombres.
El joven miembro del Partido
Panteras Negra, nuestra vanguardia, debe ser abrazado, protegido, hay que
permitirle que haga lo suyo. Debemos aprender de él para enseñarle; muy pronto
él va a ser adulto, un hijo y un hermano del que podremos estar orgullosos. Si
él cede, nosotros le daremos valor; cuando él dé un paso, nosotros daremos el
paso con él; dialéctica, comunión en perfecta armonía, y no habrá nunca, jamás,
otro caso como el de Fred Hampton.
GEORGE JACKSON
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